Era un partido difícil por varias circunstancias. El campo, por ejemplo, es conocido cariñosamente en nuestra liga como el patatal. No es culpa, ni mucho menos, de los Speed Wheels, sino de la desidia de las autoridades deportivas de Madrid, para quiénes aquello que no sea fútbol recibe el más olímpico de los desprecios. En todo caso, es un campo temible. El control de pastilla es arduo, impredecible la más de las veces. La valla está compuesta de faja de madera de unos 20 centímetros de alto desde el suelo; el resto de la valla es alambre. La parte de madera está bastante agrietada y muchos tablones apenas llegan al suelo, con lo que la pastilla se sale constantemente del campo. En el alambre, que está trenzado en forma de rombo, no hay manera humana de calcular la trayectoria de la pastilla. Como equipo, los Speed Wheels son correosos, suelen imponer su estilo de juego y es difícil encontrar el ritmo adecuado. Tienen un par de jugadores que encuentran hueco fácilmente y tiran con efectividad. Además de todo lo anterior, nuestro equipo tenía bastantes bajas. Había partido del júnior y Arturo, Llor, Paquito y Jaime estaban ausentes (de hecho, Paquito estaba enfermo). Éramos solo siete: Edu, Isra, Arturo, Carlitos, Cacique, Paco y Ruth, esta última ejerciendo de portera sustituta de Jaime.
Llegamos a la pista con una mezcla de resignación y pesimismo. Nos vestimos lentamente dándonos ánimos sin mucha fe. Hubo un punto de nerviosismo porque Ruth se perdió y llegó tarde. Finalmente, llegó y nos dispusimos a calentar. El árbitro pitó: “¡Cinco minutos para empezar!”. Nos reunimos para hablar de las líneas y las posiciones. Debido a otros compromisos tampoco disponemos de entrenadores. Entre Carlitos, Edu y Paco deciden qué hacer. Nos alentamos mutuamente y declaramos que vamos a intentar jugar bien sea cual sea el resultado. Se nos iluminan las caras, como si hubiésemos oído una verdad obvia pero bien formulada. En la primera línea salen de delanteros Edu y Paco y de defensas Carlitos y Arturo.
Empezamos con muy buen pie. Somos capaces de conservar la posición. Arturo se cierra muy bien atrás; Carlitos conserva la cabeza fría y nadie lo sobrepasa. Edu y Paco presionan bien arriba y les cuesta sacar la pastilla controlada. Conservamos este estilo de juego durante los primeros 8 o 9 minutos. La sensación de estabilidad se apodera de nosotros; los cambios de línea son fluidos. Comprobamos que podemos hacer algunos de los ejercicios que hemos entrenado últimamente. En un contraataque Edu marca el 1 a 0. Tenemos cara de incredulidad, por la indisimulada satisfacción principalmente. Nos conjuramos entre nosotros para no confiarnos. Carlitos nos lo recuerda: “Vamos cero a cero”. Seguimos presionando a la vez que intentamos hacer economía de fuerzas. Unos minutos más tarde viene el segundo gol, de nuevo marcado por Edu y con asistencia de Paco.
Los Speed Wheels reaccionan y empiezan a tirar y a entrar más en profundidad. Nos descolocamos un poco; esto, sumado a cierta confusión en nuestros cambios, provoca que los Speed Wheels se acerquen peligrosamente a nuestra portería. En este punto hay que hablar de otra de las protagonistas del partido: Ruth. Jugó un partido excelente, concentrada, con reflejos de pantera y con una gran colocación. Nada de lo que se narra más abajo se hubiese producido sin ella.
Finalmente, los Speed Wheels marcan su primer gol. A diferencia de otras veces, no nos venimos abajo. Sencillamente, pedimos un tiempo muerto y recomponemos las filas. La actitud es extraordinaria: se escucha con humildad, se hace caso de las indicaciones de los compañeros, se toman los comentarios con ecuanimidad.
Cacique tiene una mala reacción con el árbitro y este lo echa 10 minutos por mala conducta. Arrecian los nervios hacia los últimos minutos del partido. Nos marcan otro gol más. Seguimos firmes, tratando de mantener el cuadrado. Los Speed Wheels siguen con su presión y logran un tercer gol. El partido se vuelve confuso. Nos cuesta jugar con fluidez. Comienza a lloviznar. Parece que el partido se tuerce. Llegamos al descanso con un resultado de 3 a 2.
Llueve a briznas, pero lo suficiente como para no poder patinar. El árbitro decide suspender el encuentro. Nos desvestimos lentamente, con una sensación agridulce mezcla de desaliento y energía mental contenida. Seguimos charlando, analizando el partido. El cielo se abre un poco, con timidez metálica, con nubes de tintes violáceos. El árbitro se acerca y nos informa de que el partido se reanuda. Nos miramos con decisión.
Comienza el segundo tiempo. Hay varias penalizaciones por parte de los dos equipos. Se juega mucho tiempo en inferioridad numérica. En un contraataque Paco y Edu hacen un 2 contra 1. Un pase en el aire de Paco a Edu cae en la pala de este, quien con exquisita precisión y rapidez sorprende al portero. Es el empate a 3.
A partir de ahí volvimos a colocarnos y sobre todo a economizar energía física. Isra estuvo soberbio en esta parte del partido, con Carlitos y Arturo al alimón en las tareas defensivas. Edu y Paco siguieron presionando las salidas y atacando con toda la velocidad de que eran capaces. Una vez más, un contraataque entre los dos acabó en gol. Era el 4 a 3. Los Speed Wheels suben la presión: más tiros, que para, soberbia, como dijimos, Ruth; más entradas de sus mejores delanteros, parados o desviados hacia las vallas por Isra, Carlitos y Arturo. Aguantamos, con la cabeza fría, con despejes inteligentes, levantando la cabeza, localizando al compañero para el pase exacto. Edu y Paco siguen haciendo de las suyas. En un lance, Edu se va a la esquina perseguido por un defensa. Paco se va al centro y pide la pastilla. El defensa se echa encima, aprieta, parece que el pase no llega, pero Edu in extremis la saca de la manera más inesperada. Paco se sacude al defensa con un amago y con la punta de la pala empuja la pastilla por debajo de la guarda del portero. Gol: 5 a 3.
El juego vuelve a hacerse confuso, denso. Se produce una expulsión en los Speed Wheels por mala conducta (a causa de una chulería con nuestra portera). Llegamos a jugar 2 contra 2 durante dos minutos, tan surrealista se había vuelto el encuentro. En los últimos 20 segundos se juega 3 contra 2. Solo nos queda aguantar. Carlos e Isra en defensa y Edu en punta son el equipo llamados a ello. Ruth continua con su capacidad de anticipación. Extraordinarios todos. Era difícil, pero hicieron lo inteligente y lo convirtieron en fácil y necesario. Suena el pitido final y nos abrazamos todos. Nos vamos a casa con una profunda sensación de gozo. No dejamos de alabarnos unos a otros de la manera más sincera y cálida.
Un partido para no olvidar.
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